Mientras científicos del CONICET exploran las profundidades del Talud Continental IV a bordo del Falkor, emerge una historia inesperada: el buque y el robot submarino llevan nombres inspirados en La historia sin fin, la película que marcó a una generación. Ciencia, imaginación y exploración marina se entrelazan en esta expedición que ya despierta asombro y vocaciones.5 min. de lectura
La expedición científica argentina que estudia el Talud Continental IV frente a las costas de Mar del Plata sumó en las últimas horas un dato que no estaba en los papers, pero que resuena con fuerza en el imaginario colectivo. El buque del Schmidt Ocean Institute, a bordo del cual investigadoras e investigadores del CONICET descienden al fondo del océano, se llama Falkor como el dragón de la suerte de La historia sin fin. Y el robot que lo acompaña, capaz de sumergirse más de 4.000 metros, fue bautizado SuBastian, en homenaje al protagonista de la novela.
El barco se llama Falkor en homenaje al dragón blanco y alado que guía a Atreyu en La historia sin fin. Según el Schmidt Ocean Institute, ese personaje encarna la esperanza, la guía y la valentía. El robot SuBastian, por su parte, toma su nombre de Bastian, el niño humano que lee un libro mágico y se ve arrastrado a un mundo en peligro. Al igual que el protagonista, este robot se sumerge en lo desconocido, explora mundos ocultos y tiene un rol crucial en el desarrollo de la historia.
La cofundadora del instituto, Wendy Schmidt, confirmó públicamente esa inspiración literaria, y quienes tuvieron la oportunidad de estar a bordo del RV Falkor cuentan que las paredes del barco están decoradas con frases de la novela. Incluso el bote auxiliar que usan los científicos se llama Auryn, como el amuleto que protege a la Emperatriz Infantil. Todo el ecosistema de trabajo está atravesado por el espíritu de ese libro.